¿Será el hecho de que existen tantas maneras de realizar una cita de vacunación para el COVID-19, la razón por la que el proceso es más difícil de lo que debería de ser? En el caso de mi madre, fue así.
Encontrar una cita de vacunación para el COVID-19 era más sencillo de lo que mi madre, Librada de 53 años, sabía.
Por varios días, mi madre estuvo contactando diferentes proveedores de salud y clínicas públicas, pero lo único que hicieron fue ponerla en una lista de espera.
“Hablo inglés, y aún así no pude entender cómo podía ponerme la vacuna,” exclamó mi madre después de que le programé su cita, y eso me sorprendió bastante.
Durante años mi madre ha sido la traductora de mis tíos, tías y abuelos para todas sus necesidades médicas. Al ser una inmigrante mexicana, hablar inglés es su mayor virtud para comunicarse, realizar citas y entender los diagnósticos del médico.
Sin embargo, aun contando con la información y preguntando sus dudas, el proceso de vacunación no fue fácil de entender. No tenía conocimiento sobre en donde estaban las clínicas de vacunación, cómo acceder a páginas web del gobierno, y para mi madre que no cuenta con el tiempo suficiente para estar completamente comprometida a ello, tuvo que enfrentar un problema— la falta de información.
Librada, madre de siete hijos, no tiene tiempo de indagar en las políticas del condado– es ama de casa, realiza los quehaceres del hogar, cocina tres veces al día y cuida de mis hermanos que aún viven en casa. Encima de eso, tiene que acudir al médico semanalmente para tratar sus problemas médicos, y ayuda a supervisar las citas médicas de mis abuelos.
Desde marzo del año pasado, se ha tomado la cuarentena con total seriedad. Solo sale cuando es realmente necesario, y aun siendo una mujer devota al catolicismo- no ha puesto un pie en la iglesia por más de un año.
La interacción que poseía con el mundo se había reducido, y su día a día se convirtió en mi especialidad.
Después de escuchar las frustraciones de mi madre, decidí intervenir y conseguir la cita para su vacuna. Antes de programar la cita, ella solamente había escuchado sobre el portal en línea. Me pregunto a mí misma: ¿Cuánto tiempo habría esperado mi mamá para ponerse la vacuna, si yo no hubiera intervenido?
Mi abuela de 77 años, que únicamente usa los números de marcación rápida en su teléfono plegable, sabía que quería recibir la vacuna, pero no tenía información sobre a dónde ir, o a quien llamar- otra vez, hasta que yo intervine.
Viéndolo desde ese punto, existe todo un grupo demográfico de individuos que no tiene idea de como funciona el proceso de vacunación, o cual es la manera más sencilla de obtenerla.
Esto no quiere decir que no haya esfuerzos por parte de la ciudad de Santa Ana en alcanzar grupos marginados, pero en una ciudad de más de 300,000 habitantes, puede resultar imposible hacerlo si los recursos no son usados de manera estratégica.
Conseguí la cita para mi abuela a través del centro de atención telefónica del Latino Health Access, un grupo comunitario localizado en Santa Ana, que ofrece fácil acceso a los procesos de vacunación y pruebas en vecindarios de escasos recursos en el área de Santa Ana y Anaheim.
Mi madre, que no lograba conseguir una cita por ningún lado, la obtuvo inmediatamente después de registrarla en myturn.gov
Llegó al extremo de esperar en un CVS, como escucho que otros hicieron. Pregunto al farmacéutico si podía ser vacunada, solo para ser rechazada con el argumento de que los registros eran realizados a través de su sitio web CVS.com, y que los servicios sin cita no estaban disponibles. Aun así, no logro encontrar una sola cita en la farmacia CVS al buscar en línea.
Cómo sobreviviente del cáncer, diabética y esposa de un trabajador esencial, mi madre ha vivido con la constante preocupación de vivir en una de las ciudades con más casos reportados en el condado de Orange, Santa Ana.
Para mi madre, la vacuna significa esperanza, pero la esperanza ha sido difícil de obtener.
Después de ser vacunada el 19 de marzo en el centro de vacunación del Colegio de Santa Ana, mi madre llamó de inmediato a mi tía, quien vive a unas cuadras de distancia del sitio, “¡Ya me pusieron la vacuna! Por favor llamen a Julie para que les dé más información” le comentó. Rápidamente le di los datos a mis primos, para ayudar a realizar las citas de mi tía y tío.
Es por este tipo de experiencias que realmente me cuestiono si nuestro gobierno local está equipado para manejar un brote en la salud pública, y el por qué no existe alcance disponible para el público. No es mera coincidencia que dos mujeres que viven en un radio de tres millas de distancia no supieran registrarse a la vacuna. Ambas son esposas de trabajadores esenciales y viven en comunidades de bajos recursos.
La Junta de Supervisores del Condado de Orange se ha puesto como objetivo impactar a las comunidades a través de empresas de relaciones públicas, pero mi familia no ha visto el resultado de esas promesas.
Traducido por: Monserrat Rico